Nacemos y crecemos con una personalidad única, nos
hacen creer que somos así, especiales en nuestra especie, pero realmente lo
somos?
Si vemos muy adentro nuestro podemos observar que
durante nuestra vida, no hacemos más que imitar las acciones del otro. Lo vemos
en una acción cotidiana hasta algo más trasgresor.
Sin ir más lejos al cruzar una calle, no miramos el semáforo
sino lo que hace la persona que tenemos al lado o está en la vereda de enfrente,
estamos pendientes de los movimientos del otro. Si se adelanta o mira si viene algún
auto cruza igual, sin importar que el semáforo está en rojo.
Al relacionarnos con el otro uno siempre está
expectante lo que la otra persona piensa de uno, hace, dice o simplemente imita
del otro. Nos creemos únicos pero no lo somos...
Se han puesto a observar lo que sucede cuando uno va
a bailar? muchos miramos al rededor tratando de imitar los movimientos del
otro, como baila, se mueve. Tal vez sea miedo hacer el ridículo o queremos
pertenecer al lugar, hacerlo nuestro y
no quedar fuera o al margen de la situación.
Nos preocupamos demasiado por el entorno, nuestra
esencia y personalidad queda marginada, o encerrada en nuestro propio ego, que
lucha y desdibuja nuestro ser.
Si alguien que queremos nos trata mal o hace algo
que nos molesta, al principio pensamos yo no soy así, el actuó mal pero
realmente actuamos así? o buscamos la manera de hacerle sentir lo mismo?
Todo el tiempo imitamos el accionar del otro,
decimos una cosa pero pensamos y hacemos otra totalmente distinta.
El gran imitador, el hombre, es sin dudas aquel que
a pesar del tiempo, del momento y de cada situación actua siempre en consecuencia.
Al parecer no evolucionamos tanto en ese aspecto, muchas veces parecemos un animal
esperando a ser atacado, para poder contratacar.
Deberíamos tratar de dejar de lado ese personaje,
que juega a ser humano, a ser especial, a tener una personalidad arrolladora,
ser únicos no es ser eso que parecemos ser.
Dejar de imitar algo casi imposible, tal vez una utopía,
un deseo que algún día sin pensarlo alcanzaremos como algo natural y así el
gran imitador dejara de serlo para convertirse en aquel ser trasgresor, único e
irrepetible que todos pretendemos alcanzar.